El pasado 19 de noviembre, una alerta enviada por AlarmPhone puso de manifiesto la situación de extremo riesgo en la que se encontraban 53 personas a la deriva en el Mediterráneo central. Jóvenes y menores de edad, muchos de ellos procedentes de Eritrea, Etiopía y Sudán del Sur, enfrentaban el peligroso cruce tras haber pasado días sin rumbo en el mar.
Días a la Deriva y Salud Deteriorada
Tras tres días navegando sin rumbo en una embarcación precaria, los rescatados mostraban claros signos de deshidratación, agotamiento y mareos. Algunos sufrían de infecciones respiratorias, probablemente derivadas de la exposición prolongada al frío y la humedad. Estas condiciones reflejan las duras circunstancias que enfrentan quienes intentan cruzar el Mediterráneo en busca de un futuro mejor.
El Rescate
El aviso de emergencia fue recibido por AlarmPhone a las 5:29 horas del 19 de noviembre, y compartido con las autoridades y la flota civil que opera en la zona. Sin embargo, ante la falta de respuesta oficial, el Aita Mari, que se encontraba a unas 15 millas náuticas del punto de emergencia, puso rumbo hacia la embarcación en peligro.
El equipo a bordo logró rescatar a las 53 personas, estabilizando a las más afectadas y brindando los primeros auxilios necesarios.
El Desembarco en Catania
El puerto de Catania, en Sicilia, fue designado como punto de desembarco. El 20 de noviembre, las 53 personas llegaron a tierra firme después de días de incertidumbre en el mar. Las autoridades locales asumieron su tutela, evaluando las necesidades médicas más urgentes y comenzando los procedimientos para gestionar su situación legal.
Supervivientes de guerras y violencias prolongadas
Entre las personas rescatadas hay jóvenes y menores procedentes de Eritrea, Etiopía y Sudán del Sur, países devastados por conflictos prolongados y violaciones de derechos humanos.
En Etiopía, el conflicto en Tigray, que comenzó en 2020, ha dejado cerca de 600.000 muertos según la Unión Africana, lo que lo convierte en el conflicto más cruento del siglo XXI. La guerra enfrentó al gobierno etíope, apoyado por tropas eritreas, contra el Frente Popular para la Liberación de Tigré (TPLF). Aunque el acuerdo de Pretoria puso fin oficialmente a los combates en 2022, Eritrea nunca lo firmó y mantiene ocupadas zonas fronterizas donde la violencia se prolonga.
Los jóvenes de Eritrea rescatados escapaban del reclutamiento militar forzado y de las violaciones sistemáticas de derechos humanos. Otros, provenientes de Sudán y Sudán del Sur, relatan haber huido de conflictos internos, estos conflictos han causado más de 14.000 muertes y desplazado a más de 10 millones de personas.
El viaje: años de sufrimiento y violencia
Las personas rescatadas narraron haber cruzado el Sahara, sobreviviendo a condiciones extremas, solo para quedar atrapadas en Libia. En este país, donde muchos han pasado años intentando cruzar el Mediterráneo, las historias de abusos son desgarradoras. Algunos describen torturas, palizas y encarcelamientos bajo la vigilancia de milicias y autoridades corruptas, donde la única salida era pagar elevadas sumas de dinero —hasta 1.000 euros— o enfrentarse a la muerte.
Una búsqueda de paz en un mar de desafíos
“Estos jóvenes y menores han enfrentado una vida marcada por guerras olvidadas, violencia extrema y un sufrimiento inimaginable. Arriesgan todo en busca de algo que muchos damos por sentado: la posibilidad de vivir en paz,” señala el equipo del Aita Mari.
El Aita Mari permanecerá en el puerto de Catania durante los próximos días debido a la previsión de una fuerte tormenta.